SERIE AUTORRETRATOS

“la máxima actividad consiste en no moverse, en mover sin moverse”.
Julián Marías



Seducción de la serie Autorretrato, 2008.
Fotografía Digital,
11 x 14 “

“La sociedad estaba habituada a la presencia de la mujer como objeto de deseo y exhibición carente de decisión sobre su propio cuerpo”[1] y al espectador en la postura de observador seducido por lo que ve, el voyeur. Sin embargo esta situación ha cambiado gradualmente, al ser retomado este estereotipo por varias mujeres artistas quienes lo revierten en su beneficio, ahora “las mujeres reales se han convertido en tema de representación artística”[2], tal como lo hace Elke Krystufek, quien es mi punto de partida en lo referente a la construcción de las fotografías que presento en esta serie, donde se recurre a la cabeza fragmentada, el narciso y el disfraz.
En el caso del narcisismo, es ese “amor que dirige al sujeto a sí mismo tratándose como objeto [...] lo llevará no sólo a descubrir su cuerpo, sino también y sobre todo a apropiárselo, a descubrirlo como propio”,[3] ejerciendo su libertad para manifestar sus deseos y pulsiones personales, exhibiéndose y terminando con la autocensura.

A través el empleo de mi fisonomía puedo construir reafirmaciones de mi existencia y convirtiéndome en el objeto de deseo de Otro, de un voyeur que consume sin percatarse que al hacerlo, se convierte en objeto de mi propio deseo, con lo que refuerzo mi aceptación como ente sexual deseable. Puede pensarse que este acto de exhibición no es una cuestión activa, sino un reflejo de pasividad de la mujer, “se diría que el hombre tiene la iniciativa, [y que en este caso, sólo él se beneficia al consumir mi imagen], sí, y la mujer hace que el hombre tenga la iniciativa, lo cual es bastante activo [...] la máxima actividad consiste en no moverse, en mover sin moverse”.
[4]
Esta decisión por mostrarme a través de un formato artístico, en específico la fotografía, me ofrece la posibilidad de presentar “un cuerpo que jamás [el Otro podrá] podremos tocar, acariciar, o siquiera rozar su piel o sentir sus curvas [...] es un sujeto disponible, exhibido, al tiempo inalcanzable”[5]; esta reafirmación a través de la autoexhibición es el producto del proceso de autoconocimiento y de un enfrentamiento al espejo, que he llevado a cabo durante el andar por el presente proyecto y que me ha permitido reflexionar sobre al análisis de mi deseo particular para así llevarlo a un plano artístico; si bien sus resultados pueden guardar ciertas similitudes con otras obras de la misma naturaleza erótica, sólo serán de manera superficial, ya que evalúan y responden a necesidades de comunicación diferentes.

Incitar de la serie Autorretrato, 2008.
Fotografía Digital,
11 x 14


Insinuación de la serie Autorretrato, 2008
Transferencia sobre papel arroz,
54 x 40 cm.

En el caso de la composición de las imágenes que integran la serie, se hace uso de la sinécdoque del cuerpo, ya que “los detalles [...] transmiten la carga sexual, puede tratarse de poner énfasis en una parte del cuerpo [...] al elegir la parte sobre el todo [donde] se desencadena el fetichismo sexual”[6]. Cada uno de los fragmentos llena el campo plástico y dotan de contenido narrativo a la obra, permitiendo recrear y analizar mi cuerpo y su comportamiento frente al espejo. ­Estos fragmentos sexuales se refuerzan con el uso de disfraces eróticos -lencería- donde:


El cuello, los hombros, los brazos, los muslos tienen la misma estructura superficial que la seda, el raso o el tejido sintético, y las arrugas de la tela pueden confundirse con las de la piel [...] y nosotros convertidos por el artista en mirones voyeurs, completamos ese oscuro objeto del deseo [el creador] nunca es inocente cuando pone ante los ojos del observador esas imágenes.[7]






 

Dádiva de la serie Autorretrato, 2008.
Fotografía Digital
16 x 20”




Cortejar de la serie Autorretrato, 2008
Litografía por Smart Plate
56 x 38 cm.



[1] Juan Carlos Pérez Gauli. El cuerpo en vent: relación entre arte y publicidad. España, Cuadernos de Arte Cátedra, s.f. p. 283.
[2] Gilles Néret. El erotismo en el arte del siglo XX. Alemania, Bnedikt Taschen, 1994. p. 58
[3] Juan Carlos Pérez Gauli. Op. Cit. p. 57.
[4] Julián Marías. La mujer en el siglo XX. España, Alianza Editorial, 1980. p. 168.
[5] Juan Carlos Pérez Gauli. Op. Cit. p. 289
[6] Pipa Hurd. Íconos del arte erótico. España, Electra, 2007. p.8
[7] Gilles Néret. Op. Cit. p. 16-19